Sorprendente desenlace.
Hace miles de años, la emperatriz era protegida por el ejército de piedra, pero este demostró ser débil y vulnerable, pues pese a su descomunal fortaleza, carecía de valores. Por este motivo, el señor del vacío fabrico la llamada “arma secreta”.
Pero la realidad es que no existe arma secreta alguna. El arma secreta son todos aquellos samuráis que durante su entrenamiento demostraron ser los mejor preparados y los más dispuestos. Todos aquellos que confeccionaron sus armaduras en casa con sumo cuidado y esmero, aquellos que se metieron en el papel y supieron sentirse como auténticos samuráis, los que se quedaron roncos de gritar para animar el juego, los que se esforzaron por encima de sus propias posibilidades hasta superar todas las pruebas, aquellos que ayudaron al compañero en apuros, los que tuvieron claro que por encima de la guerra estaba la paz, aquellos que comprendieron el verdadero significado de la palabra samurai: servir.
Todos ellos fueron elegidos para formar parte de la guardia personal de la emperatriz: el ejército del vacío. Un grupo de valientes samuráis fieles a unos valores.
Desde entonces todos ellos son merecedores de portar el Kanji del vacío, signo que los identifica como personas dispuestas a servir a los demás y transformar la sociedad.
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