lunes, 22 de agosto de 2011

Tropa Saúco 1865






Esa era la altitud, 1865 metros… ¿Subir un pico para luego bajarlo? Si, porque no se trata de competir contra la montaña, si no de competir contra uno mismo, de situarse en una situación extrema y al afrontarla, darse cuenta de que has dado un paso mas en tu progresión personal. Durante tres días la tropa tuvo ocasión de eso y mucho más. Y es que cuando la cantimplora esta vacía, comienza a llover de madrugada sobre la rafia, o tienes que limpiar un par de coches para conseguir comida, la aventura está servida. Pero dejemos que sean sus propios protagonistas los que nos lo cuenten.

Con la mochila al hombro, las botas bien atadas y las cantimploras llenas, comenzamos la marcha ranger un caluroso jueves. Para algunos -como es mi caso- la última marcha junto a la tropa, y aunque comenzamos quejándonos, al final todos lo pasamos genial. Fueron tres días repletos de vivencias inolvidables: las declaraciones de amor de Héctor, las poses de Jorge con sus gafas de sol, el intento por hacer arroz, las caminatas cantando, las improvisaciones de Pablo, los "glus" a escondidas, las carreras por intentar alcanzar a " los hombres de joey", las discusiones por llevar la basura, la ilusión de llegar por fin a una fuente -que luego resultó estar vacía-, las noches haciendo vivac, los desayunos de cachobarras y batidos de vainilla, los videos hablando del agua, las fotos con cara de cansancio, las tareas en el pueblo a cambio de comida, las persecuciones para espantar a los perros del pueblo, los intentos por hacer chuvasqueros para las mochilas con bolsas de basura, las paradas para atarse los cordones de las pesadas botas, las interminables charlas, las risas, los llantos por agotamiento, los muerde-pasa... En mi caso, tres dias sacando fotos, una experiencia genial. Fueron 60 kilometros llenos de aventuras que finalizamos llegando al campamento al son de "no somos horchata".


Blanca Martín.

Puff que horror, es lo primero que piensas cuando te dicen que vas ha hacer una marcha. Pero cuando la estás haciendo, a pesar del esfuerzo y el cansancio, te sientes estupendamente después de ver el maravilloso paisaje y el compañerismo que te rodea. Y al llegar de nuevo al campamento ya no piensas: ¡Puff que horror! sino en lo bien que te lo has pasado y en las numerosas experiencias que jamás olvidarás

Inés Rodriguez

La marcha estuvo llena de alegría y sentimiento
todo aquello fluía junto al viento, siento,
que hubo mucho compañerismo

y ninguno se cayó por el abismo,

ningún seísmo

nos consiguió tumbar

y en el pueblo comenzó a diluviar

y así comienza la historia

que se aloja en mi memoria.


Pablo Vazquez

1 comentario:

Anónimo dijo...

Unas experiencias personales increibles chicos.
Digan lo que digan, lo que vivis es vuestro, y nada de horchata en vena, que todos sabemos que cuando os lo proponéis podéis dar caña a cualquiera.
Siempre alerta
Bagheera