Como en otros campamentos, me siento después de unos días, a tratar de soltar la bomba de emociones que he ido acumulando en estos días pasados.
Esta vez un paisaje increíble con unas montañas que te mostraban lo pequeñito que te puedes sentir en medio de la naturaleza, un frío nocturno que te regalaba estrellas brillantes o truenos desgarradores, montones de caballos moviéndose en la sombra...
Pero en el fondo, y después de todos estos días vividos juntos, el frío no es importante si por la noche tienes a un amigo que te presta su aislante, qué más da lo que me echen para comer si siempre tienes a un amigo al que le gusta más o mejor aún cuando no le gusta y a mi sí...qué más da cuantas cosas se me hayan mojado si siempre hay alguien que me deja sus calcetines, qué más da si he perdido mis cubiertos si siempre hay alguien sentado a mi lado que me los presta por un rato...qué más da si estoy cansada si siempre puedo encontrar a alguien que me cuente donde estuvo o estará de vacaciones durante una marcha, qué más da si tengo miedo y pienso que ya no puedo más...si siempre hay un montón de manos a mi lado dispuestas a convencerme de que sí que puedo.
No son las montañas, ni el Mampodre ni el pico de Medio día, tampoco son las estrellas, ni los caballos, sino todo lo que pasamos durante esos días juntos, vuestros abrazos y besos repentinos o vuestras sonrisas y miradas cómplices, que día tras día me han seguido mostrando lo que realmente merece la pena.
Una tarde, una lobata que no conseguía desatar los cordones de sus botas me dijo "Hey! voy a poder, sólo hay que tener fe en esta vida". Pues yo después de estos tres últimos años viendo toda vuestra progresión, no puedo negar que la tengo. Me he encontrado con una de las colonias con más potencial que he visto, con lobatos a los que se les dijo que no dieron todo de si mismos y que desde el primer minuto empezaron a trabajar por conseguir superarse. En dokkan he visto una tropa que reaccionó gritando fuerte para no pasar inadvertidos pese a quien le pese, con una red unida que se come el mundo y el de al lado si la dejan y que trabaja a bloque para demostrar quiénes son, y unos clanes con conciencia social. Solo hay que echar un vistazo a vuestras experiencias que escribís en el blog, para sentir lo especiales que sois.
Después de días de preparación, de reuniones, de horas y horas por las noches o en las siestas, de nuevo descubro a mi kraal, el mejor, y mejor formado, grupo de responsables y amigos con los que poder contar para seguir buscando ese mundo mejor que tanto y tantas veces imaginamos. Capaces de conseguir este campamento, con sus fallos, pero con la calidad que se merece. Gente que pide sus vacaciones para poder viajar a dokkan, que no tiene ningún reparo en inventarse rituales mágicos para los dolores de barriga, que se pierde para que nadie le vea cuando falla a un chaval, o invierte horas para agradecer su confianza. Gente que te mira y te conoce, que mira a los chavales y sabe lo que necesitan sin preguntarles, responsables que se llenan de orgullo con la promesa de un castor o que en una ceremonia desvían la mirada emocionados cuando un pionero te agradece todo lo que le has dado.
Cada año me sorprende más la capacidad de superación que el grupo tiene. Recuerdo la primera noche, cuando la mayor tormenta que nunca había visto iluminaba todo el campamento durante horas. De todo se aprende dicen, y cada vez te haces más fuerte.
Recuerdo cuando en uno de los momentos más complicados del día, una pionera me dijo "Tenemos miedo de que esto vuelva a ser
Faerun", en realidad no entendí bien ese miedo, creo que nunca hemos sido tan fuertes como ahora para poder enfrentarnos a cualquier tormenta.
Y tras ver cómo la lobata desataba los cordones de sus botas, aunque este año me pongo a escribir el último, nunca fue tan difícil encontrar motivos. Gracias a todos los que pasasteis por la vida de Dokkan más de 2 minutos, porque seguís haciendo de esto un escultismo por el que apostar día a día.
Buena caza y Largas lunas